sábado, 25 de octubre de 2008

XXX DOMINGO ORDINARIO. EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE

EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
-- Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?
Jesús le respondió:“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este mandamiento es el más grande y el primero. El segundo es semejante a éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." en estos dos mandamientos se funda la Ley y los profetas .
Palabra del Señor.


COMENTARIO.




Existen de olas a olas. las olas que producen la euforia en un partido de fútbol, cuyo desplazamiento se realiza a través de movimientos coordinados en una multitud donde se rigen por un mismo sentimiento y cuyas miradas se fijan en la misma área de un estadio. Un saludo que pretende causar en el amigo un buen día. Las olas del mar que chocan en las rocas y producen un sonido relajante. sin embargo hay otro tipo de olas que suenan en nuestros días y que traen angustia e incertidumbre: las "olas de violencia". podemos preguntarnos ¿qué es lo que causa una ola de violencia? ¿que es lo que se mueve en nosotros los seres humanos para producir tal reacción? ¿en que se fijan los ojos y el corazón del hombre para que dicha ola se produzca?. una ola de violencia puede surgir de algo que parece tan insignificante, pero que va tomando fuerza. por ejemplo: Un gerente de un conocido banco de la ciudad, por su estado de nerviosismo, al notar que no coincidían algunas cuentas, trata mal a la cajera y se desquita con ella haciéndola sentir culpable; pero la cajera a su vez, al momento de atender a un cliente en la ventanilla, lo trata con prepotencia y le complica muchísimo los trámites que requería efectuar en ese día. Después de un buen tiempo perdido se dirige a su casa y al encontrarse con su esposa la hace sentir muy mal, pues seguía viendo en su mujer la cara de la cajera. La mujer sintiéndose humillada por su esposo y al notar que su hijo de secundaria se retrasaba, se llena de histeria y cuando llega, en vez de recibirlo con alegría, le da un jalón de orejas y lo reprende por haberse tardado tanto sin esperar siquiera una explicación. El hijo se va a su cuarto y se encuentra con su hermanito menor al cual empuja haciéndolo a un lado de su camino. El hermano menor llora y se queja con su mamá, sale y golpea el perro de su hermano, el perro al pasar una señora, se acerca silencioso y desquita su coraje dándole tremenda mordida. La señora (que es la madre del gerente) es internada en el hospital la cual trata con gritos al doctor porque la curación le produce dolor. El doctor a su vez, llega cansado a su casa, dispuesto a cenar y dormir, pero la cena no es de su agrado y le reprocha a su madre. La madre se acerca a su hijo y le dice con palabras llenas de cariño y comprensión. "tienes razón hijo. procuraré tenerte la cena que a ti te gusta y las sabanas limpias para que descanses. tu trabajo es sumamente pesado y necesitas estar bien". ¿Podemos notar en donde chocó la ola? ¿que fue lo que la detuvo?. simplemente las olas de violencia se detienen con los gestos y palabras de amor. la violencia engendra violencia, el odio solo se combate con el amor. podremos darnos cuenta de la importancia que tiene este mandamiento, y su necesidad en el mundo.


amar a Dios sobre todas las cosas, con todas nuestras fuerzas y todo nuestro ser es estar abiertos al plan de Dios, porque nosotros no hemos elegido el amor, el amor es el que nos ha elegido a nosotros y hemos de volvernos constantemente a esa fuente, para poder amarnos debidamente como obra de Dios que somos y poder amar con esa fuerza a nuestros semejantes.


En nuestra relación con los demás podemos claramente medir el amor a nosotros mismos y darnos cuenta si estamos deficientes. cuando a un mismo hecho le damos diferente significado, según se trate de nosotros o de los demás.


así por ejemplo, sucede frecuentemente, cuando alguien se equivoca afirmamos que es un inepto, un incapaz pero si yo soy quien se equivoca; soy humano, tengo derecho a equivocarme, además estoy experimentando. Ante la falta de responsabilidad en el trabajo, si se trata de los demás; son unos inútiles, no sirven para nada. cuando yo soy quien no he trabajado; me gusta hacer bien las cosas, tengo mucho trabajo. Ante el dolor; con relación a los demás; se lo merecía, eso le pasa por actuar así, el que mal anda mal acaba; con relación a uno mismo.; ¿porqué a mí? no me lo merezco, esto es una injusticia.


El Señor hoy nos manda amar a los demás como a nosotros mismos. ¿seremos capaces de justificar a los hermanos como a nosotros mismos? ¿ seremos capaces de comprender a los demás como si se tratara de nosotros? No olvidemos que el amor es un mandato, dejar que sea el amor el motor de la humanidad y no el odio. seamos instrumentos de su amor, instrumentos de su paz y su perdón, como oraba San Francisco de Asís. Hemos de saber sincronizarnos en el mismo amor de Cristo, estar dispuestos a parar con esas olas de violencia que toman más fuerza en el mundo entero cuando asociamos nuestro espíritu al rencor y al mal.


Miremos todos como en el gran estadio de este mundo, hacia una misma dirección, hacia una misma meta impulsados por el mismo Espíritu de Dios y dejemos que el vaivén suave que produce la presencia de Dios nos dirija, estaremos construyendo cada quien como es y con lo que tiene, el Reino de paz y de justicia.


No olvidemos que la fuente del amor es Dios mismo que nos asegura su presencia en la Eucaristía y en la reunión comunitaria que se congrega en su nombre. Muchas veces no nos interesa si los jóvenes y niños acuden a la Eucaristía y a la formación catequética y después lamentamos enormemente que sean presas fáciles de las olas contrarias al amor y la paz. Hemos convertido a Dios en una opción más, cuando en realidad es el único camino que nos conduce a la verdadera y eterna paz, no hay otro. hagamos una ola de paz. levanta las manos para trabajar por ella, levanta las manos para abrazar y estrechar al hermano levantemos juntos, armónicamente las manos y el corazón para que los maremotos que amenazan con acabar con lo que Dios construye se topen en el muro inquebrantable de amor de Dios que todo lo reconstruye, lo sana, lo reedifica y lo restaura.


P. Raúl

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