sábado, 18 de octubre de 2008

XXIX DOMINGO ORDINARIO. DOMUND (DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES) "HAY DE MÍ SI NO EVANGELIZO"

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 28,16-20
En aquél tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizandolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo. Palabra del Señor.




COMENTARIO
Recuerdo que hace años se escuchó acerca de un acontecimiento que los médicos llamaron un milagro, y algunos otros lo llamaron “el milagro del canto de un hermano”.
Una madre que tenía un hijo de 3 años, se dio cuenta que otro bebé venía en camino. Ella con alegría dio la noticia a su esposo y trató de ir preparando a su hijo, para que no se sintiera desplazado de su lugar.
Los exámenes médicos determinaron que era una bebe. Durante el tiempo de la gestación, la madre trataba de infundirle a su hijo un amor por su hermanita, que llegaría y alegraría su hogar, le preparaban un lugar con mucha ilusión. El niño, diariamente acariciaba la barriga de su madre, que con el tiempo crecía más y más., todos los días el niño le cantaba a su hermanita que estaba en el vientre de su madre. Pasaban los meses, hasta que llegó el día de dar a luz. El parto fue muy difícil, y por fin llegó la bebé tan esperada, sin embargo llego en unas condiciones muy difíciles de salud. Inmediatamente la llevaron en una ambulancia a un hospital pediátrico, donde se debatía entre la vida y la muerte. El niño todos los días pedía a su madre lo llevara a conocer a su hermanita. Sin embargo, como era prohibida la visita de niños, no se lo concedía. A principios de la segunda semana, los médicos habían perdido toda esperanza, y recomendaron a los padres de la niña, fueran preparándose para lo peor. Ellos que con tanta ilusión habían preparado su cuarto, su cuna, ahora tendrían que preparar su funeral, era sumamente doloroso. El niño seguía insistiendo que lo llevaran a ver a su hermanita, hasta que su mamá accedió, pensando: tal vez si no lo llevo a conocerla hoy, nunca la conocerá. Al tratar de ingresar al hospital pediátrico, la enfermera trataba de impedir el paso del niño, sin embargo, debido a la insistencia de aquella mujer, lo dejó pasar sólo un momento. Cuando el niño llegó hasta donde estaba su hermanita, después de contemplarla un momento, le comenzó a cantar, como lo hacía siempre cuando estaba en el seno de su madre, le cantaba con ternura y al mismo tiempo con confianza. Las pulsaciones de la niña comenzaron a estabilizarse, su respiración se normalizaba, mientras su madre le insistía que continuara con el canto, ante los ojos desconcertados de la enfermera, que se llenaban de lágrimas. La niña se iba recuperando poco a poco. Al día siguiente la bebé ya estaba bien y en pocos día pudieron llevarla a su casa.
Hoy día de las misiones. Es importante tener la sencillez y el amor de un niño, Para poder distinguir el mandato del Señor. Un mandato que no puede ser comprendido si no tenemos ese corazón lleno de amor por todos los hermanos de todas las razas, de todas las culturas. Aunque no los conozcamos pero que sabemos que están ahí, necesitados de una canción que les comunique la vida. Que los reanime, que les traiga esperanza, que les traiga consuelo, que les traiga paz. Imaginemos a tantos hermanos nuestros que nunca han oído hablar de Dios. Coloquémonos en su lugar y veamos que vacía y desesperante una vida sin saber de la existencia de ese Dios de amor. O de aquellos otros que saben de oídas de la existencia de Dios, pero sigue siendo el gran desconocido para ellos, porque no han tenido un encuentro personal con Él.
Jesús ha venido, se ha acercado a nuestras vidas, se ha comprometido con nosotros, nos ha dado todo su amor, expresado en la entrega de la cruz, tomando el lugar que a nosotros nos correspondía. Él nos ha dado a conocer todo el amor que Dios nos tiene y nos ha hecho sus hijos. No podemos dejar sólo para nosotros esta maravillosa noticia, si tuviéramos tan sólo un poquito de amor por la humanidad, saldríamos corriendo apresuradamente a comunicarla. Este es el mandato de Jesús. Ir a todas las gentes, entusiasmarlos para que constaten por ellos mismos las bondades del Señor. Para encender en sus corazones llevando la chispa, porque el Espíritu prepara la leña para que se haga una fogata en el interior de cada ser humano. Somos enviados a ser instrumentos de liberación de los oprimidos, de los que sufren, de los que han perdido el sentido de todo, especialmente a ellos, vayamos y llevémosle el alimento para el camino, la fuerza del Evangelio, la luz que orienta hacia el destino y que descubre la meta hacia donde encuentra plenitud la vida humana. Seamos el Juan Bautista de nuestro tiempo que sabe preparar el camino del Señor, la Samaritana, que descubre la fuente de agua viva y la comparte con los sedientos, el joven que pone los peces y los panes para que el Señor realice el milagro de la multiplicación, seamos los discípulos pescadores que arrojan nuevamente las redes en el nombre del Señor con la confianza de una abundante pesca, seamos los hombres y mujeres del Evangelio de hoy, que son enviados a compartir el Pan de Cristo, que entre más se comparte más se nos queda. sus palabras han de darnos confianza, seguridad y esperanza en estos tiempos en que parece que la violencia es el pan de cada día: "sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". Recordemos que un gesto de amor hace menos ruido que un fusil, pero es capaz de construir el Reino de paz. celebremos este día, orando para que se realice lo que Jesús nos pide, hagamos oración por las misiones, colaboremos materialmente por esta obra tan esencial de nuestra Iglesia, y cantemos juntos la melodía de Dios, que es el Evangelio, para vivir en Él y comunicar a todos la vida de Cristo.


P. Raúl



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