sábado, 28 de marzo de 2009

había un sapo, sapo, sapo

que nadaba en el río, río,río. con su traje verde verde verde que temblaba de frío, frío, frío
LA SEÑORA SAPA, SAPA, SAPA, QUE LE CONTÓ, CONTÓ, CONTÓ, QUE TENÍA UN AMIGO, AMIGO, AMIGO QUE SE LLAMA JESÚS... ¡¡¡¡JESÚS!!!!

CURESMA RECTA FINAL V DOMINGO...


Del santo Evangelio según san Juan: 12, 20-33
Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y Él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: 'Padre, líbrame de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificado".
De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.





COMENTARIO
Un canto que en lo personal me impactó en un momento de mi vida y continúa cada vez que lo escucho moviendo algo muy dentro de mí y he sido testigo de que a movido el corazón de muchas personas especialmente a los jóvenes se llama “Entrega” seguramente lo has escuchado… “Un día caminaba muy triste por ahí mi corazón gritaba ya no quiero vivir”. Recuerdo que era el himno del grupo de jóvenes de donde el Señor me llamó para ser sacerdote, era muy especial para cada uno de nosotros. Creo que al igual que yo, muchos se identificaban con él. Hoy se porqué, creo que he descubierto en mi propia vida y vocación la esencia de ese canto.
Llega un momento en que me doy cuenta de que la vida no vale la pena si no se da, de que el egoísmo sólo produce muerte. El estar centrado en sí mismo y auto complacerse sólo produce frutos de tristeza hasta el grado de hartarse de todo, hasta de la vida misma y muchos jóvenes al igual que yo estábamos hartos de todo eso, con un gran vacío y una inmensa necesidad de comenzar a “funcionar” de una manera distinta, que nos permitiera sentirnos contentos de estar aquí en este mundo. El encuentro con Jesús lleva a un cambio de mente y de corazón, lo que sonaba lógico o al menos así nos lo habían hecho creer que era lo normal ahora el evangelio nos lo presentaba como necedad y lo absurdo para el mundo ahora se convertía en camino de felicidad. Desgastarse, entregarse y morir son palabras que el mundo aborrece y sin embargo sin ellas no se puede obtener la vida, ahora entiendo porqué nos sentíamos tan felices cuando trabajábamos por el bien de nuestra parroquia y comunidad, hoy comprendo porqué muchas personas y especialmente, insisto, jóvenes salen con una inmensa paz después de visitar a un anciano en el asilo. El olvidarse de uno mismo nos permite adentrarnos en el corazón de los demás y eso produce una profunda alegría.
La depresión es la enfermedad del siglo, que se da incluso en personas muy jóvenes, es una enfermedad que lleva a la persona a perderle sentido a todo, muchos incluso llegan hasta el suicidio. Para esas personas que sufren de depresión, no hay mejor medicamento que visitar a un enfermo y bríndale ayuda, acompañar a un anciano y préstale atención a sus palabras, dar algo de si mismo desprenderse aligera la carga y se recobra la salud, dejar de mirar su enfermedad y volver su mirada hacia fuera, hacia Dios, hacia los demás, pues la depresión se convierte en un círculo vicioso: mirarse a sí mismo y desesperarse porque no se está en un estado perfecto y hacerlo todo por estar perfecto: tratamientos de belleza, dietas, pastillas para que nada duela y sin embargo en cuanto más se ve a sí mismo más mal se siente. El dejar de mirarse a sí mimo y comenzar a ver a los demás, pero no solo ver sino hacer algo bueno por ellos es cuando se produce el gran milagro de “sentirse bien” estar perfecto y ver cada arruga y cada cana no como algo trágico sino como un monumento a la vida que se desgasta en amor y eso produce una inmensa felicidad.
El Evangelio hoy nos dice cual es el principio de la existencia: la entrega. A través de ella se genera la vida. Si no hay entrega simplemente no hay vida. Si el grano de trigo no muere no produce fruto, si muere y cae a la tierra es decir, si se entrega generosamente a ella entonces produce abundante fruto.
La muerte de Jesús, es la entrega por excelencia donde todo se transforma:
El leño de la cruz en árbol de vida, el odio en amor, la muerte en vida, el fin en principio, la oscuridad en luz, el pecado en gracia, el rencor en perdón, el hombre vive como Dios y Dios muere como hombre.
Es donde nace un nuevo pueblo sin fronteras, donde es posible la unidad en la diversidad, donde la comunión es el único pasaporte al corazón de la humanidad, ya sea del cielo o de la tierra. Un solo pueblo unido en el amor de aquel que lo ha hecho posible todo, el que por su entrega generosa ha unido el cielo con la tierra, lo divino con lo humano y lo antiguo con lo nuevo. Gracias a que ese grano de trigo se ha dejado morir y triturar para ser amasado y transformado en Pan que se deja partir y repartir por todos y para todos, La vida continúa, se transforma y no se agota jamás. Hoy podemos decir según el canto “aquí está mi vida y mi voz,” mi voz para cantarte y alabarte y mi vida para vivirla como tú, aquí está mis ansias de amar de servir y de perdonar… aquí estoy Señor.
Seamos con Cristo granos de trigo, que se dejan morir por amor, triturar y amasar para darse a los demás… entonces cuando hayamos renunciado a nosotros mismos nuestra vida será transformada, la dádiva generosa de nuestra existencia por el amor hará que nuestra esencia no se pierda, como no se perdió la esencia de Cristo al morir sino al contrario se distinguió perfectamente como aquél por el cual fueron creadas las demás esencias. Al saber entregarnos como Jesús, día tras día iremos entrando en la dinámica de la fuente de vida. Volveremos a Dios de donde brotamos como expresión de su amor para que se genere nuevamente en nosotros un brote inagotable de agua viva. La hora de Jesús ya está aquí… ¿y tú que hora tienes en tu vida?
P. Raúl




sábado, 21 de marzo de 2009

IV DOMINGO DE CUARESMA

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 3, 14-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él, no será condenado; pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


COMENTARIO

Un hombre tenía un puesto de tacos en un importante cruce de caminos, él no escuchaba ni radio ni televisión y no leía el periódico. Pero cocinaba y vendía muy buenos tacos y se esmeraba por hacerles buena publicidad a través de carteles y gritando con ganas. La gente se acercaba y le compraba y le iba bien. Las ventas iban aumentando cada vez más, compraba buenas tortillas, carne y verdura de calidad y preparaba muy buenas salsas. Su negocio fue creciendo y tuvo que buscarse un lugar más amplio, pues el negocio prosperaba. Con sus ganancias pudo pagar una buena educación para su hijo, quién fue creciendo e ingresó a estudiar economía en una de las mejores universidades. Su hijo se graduó con honores, regresó a su casa y notó que su padre continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él: Papá ¿es que usted no ha escuchado la radio? ¿No ve televisión y no lee los periódicos? ¡En estos momentos existe una gran crisis en el mundo! ¡Y la situación de nuestro país es muy crítica, de hecho cuando a Estados Unidos le da un resfrío a México le da pulmonía! Todo está muy grave y nuestro país va a quebrar.
Después de escuchar las consideraciones de su hijo estudiado, el padre pensó: Pues bien. Si mi hijo es economista, lee los periódicos y está bien informado entonces él tiene toda la razón. Y con miedo a esa crisis tan fuerte comenzó a tratar de ahorrar lo más posible, comprar la carne y verduras de más baja calidad, para economizar dejó de hacer sus carteles de propaganda y a cerrar más temprano para no gastar luz. Abatido por la noticia de la crisis ya no gritaba con ganas y trataba a los clientes con desánimo y mal humor.
Tomadas todas estas precauciones, el negocio comenzó a caer y caer llegando a niveles insoportables, lo que antes generaba un recurso para que su hijo estudiara Economía y tener buena calidad de vida ahora estaba por los suelos. Finalmente quebró y fue cerrado.
Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo: “hijo, tenias razón, estamos en el medio de una gran crisis” y le comento orgullosamente a sus amigos: “bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar Economía, el me aviso de la crisis……”
Nuestros actos diarios son los que deciden nuestras situaciones, según como actuamos en nuestra vida así nos va. Nuestra gloria o infierno que vivimos tiene que ver mucho con nuestra elección.

Hoy se nos revela una gran verdad evangélica respecto a nuestra salvación o nuestra condenación según sea el caso. Es la contestación a las personas que preguntan: “si Dios nos creó, ¿porqué después nos manda al infierno?”: la Palabra hoy responde que Dios no condena, ni desea la perdición del hombre, Dios no nos manda al infierno, Dios no nos manda a la muerte y a las tinieblas; es cada uno el que elige el infierno o la gloria de Dios, la muerte o la vida, las tinieblas o la luz, la salvación o la condenación.
Cada uno somos el arquitecto de nuestro propio destino. En esta vida nos vamos fabricando la casa en la que vamos a vivir por toda la eternidad. Tenemos todos los medios: el espacio, los elementos, los cimientos, contamos con el proyecto de Dios que es el plano perfecto para hacer de nuestra vida un verdadero cielo. Pero cada uno tendrá que ir edificando día con día, poniendo un ladrillo bien colocado encima del otro, con cada actitud, con cada oración, con cada obra de amor. Lo sorprendente es que ya desde hoy podemos disfrutar de esa obra según hayamos avanzado en ella. Si alguien elige sentarse de brazos cruzados, no plantar, no edificar, el resultado ya sabemos cuál es: no gozará de sus frutos, no tendrá la dicha de recibir las llaves de su mansión, porque simplemente no le ha interesado trabajar en ella. La salvación en ese sentido, sólo depende de cada uno de aceptar la obra de Dios en Cristo Jesús, de creerle y de optar fundamentalmente por Él. Porque Dios ya hizo todo lo que tenía que hacer para salvarnos.
“La causa de la condenación es esta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz”.
Las tinieblas son confusión y desorden porque no hay distinción ni claridad. El hombre se aprovecha de este caos para ocultar las intenciones oscuras de su corazón y se esclaviza a sí mismo en una caverna oscura de donde ya no puede salir por sí mismo. Preferir la luz es vivir en la verdad de Dios, es asumir un compromiso libre y responsable con Él, con la humanidad y consigo mismo desempeñando el papel que juega en el mundo con entusiasmo y convicción.
Elegir la luz de Cristo es vivir en la coherencia aportando la luz de Dios que habita en uno para tener un mundo lleno de luz.
¿Cómo exigir un planeta limpio si en vez de cuidarlo lo destruimos y contaminamos?
¿Cómo recibir un país seguro si optamos por la mordida y la corrupción?
¿Cómo terminar con el narcotráfico si se descuidan los hijos y no se les forma bien en los valores del Evangelio?
¿Cómo terminar con los robos a domicilio si seguimos comprando artículos sin factura en la calle?
¿Cómo tener una juventud sana si se promueven más los expendios de licor y cantinas que los centros recreativos e instituciones de formación?.
¿cómo es el México que quieres, el hogar que anhelas, la vida que deseas?
Recuerda que las decisiones que tomes hoy son las que determinarán tu futuro, que lo que siembres el día de hoy es lo que cosecharás mañana. Ten presente que tú puedes elegir el cielo o el infierno desde este momento: Aceptando o rechazando la luz de Cristo, construyendo o desparramando, amando u odiando. Tu eliges!!!

P. Raúl

domingo, 15 de marzo de 2009

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Del santo Evangelio según san Juan: 2, 13-25
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre".
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle:"¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré". Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero Él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en Él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque Él sabía lo que hay en el hombre.
Palabra del Señor.


COMENTARIO
En un centro comercial una pareja se acercó a comprar un artículo. La dependiente les atendió solícita y no se percató que al darles el cambio, se le fue la mano y les dio mucho dinero de más. Ellos, que tenían prisa, tampoco se dieron cuenta del error.
Ya fuera del centro comercial fueron a un restaurante. Al revisar su billetera, el hombre se percata de que había recibido dinero de más; Se había dado una confusión de la denominación de los billetes. El dijo a su pareja que debían ir de inmediato a devolver lo que no era suyo, y retornaron al centro comercial enseguida.
Al acercarse hacia la dependiente, la llamaron aparte para no avergonzarla ante otros ni complicarle la vida. - Señorita, usted me dio dinero de más como cambio de la compra que le hice hace unos minutos. Aquí le devuelvo su dinero y deme lo que es correcto y tenga más cuidado la próxima vez. La mujer se quedó boquiabierta y, siendo responsable, llamó a su jefe de sección y le explicó de qué se trataba.El hombre se acercó presto a la pareja, asombrado también, y le explicó al honrado caballero: - Señor, ¿ve esa cámara de TV? Allí se ha grabado todo, desde que usted hizo la compra, cuando se le dio cambio de más y ahora que usted ha retornado ese dinero que por error se le dio. Nuestra compañía quiere honrarle y pedirle que nos permita publicar este hecho ejemplar que ya casi no se da en estos días.
Un tanto nervioso, el aludido tomó del brazo al jefe de sección de ese centro comercial y, en voz baja le dijo: - Señor, olvídese de lo ofrecido; si usted hace eso me pondría en problemas.Yo soy casado, y la mujer que está conmigo no es mi esposa. !!!
Los mandamientos de la Ley de Dios son el camino perfecto para ser personas íntegras, hijos de Dios en toda la extensión de la palabra, cristianos auténticos y coherentes. Estos mandamientos siguen teniendo vigencia, no han pasado de moda, continúan en función como señales que nos conducen al Reino de Dios. todos los diez, sin menospreciar alguno. porque si uno falta, el camino pierde su meta. puede ser que de pronto negociemos con ellos, enfatizando más en los que nos parecen sencillos para dejar de practicar los que nos resultan más difíciles. puede ser que nos volvamos unos fanáticos de la honradez pero seamos unos expertos en la infidelidad como los personajes del ejemplo, puede ser que nos resulte muy fácil no matar, pero nos quedamos con lo que no nos pertenece. o que amemos a Dios haciéndole altares y monumentos y a nuestro hermano lo tratemos con la punta del pie. los mandamientos o se cumplen o no. y la medida para cumplirlos o dejar de cumplirlos es -o se ama o no se ama- Cuando se trata de cumplir sin amor, no se está convencido y se caerá en la superficialidad y la incoherencia, en cambio cuando se ama, por consecuencia se cumple la ley de Dios, porque el que ama no hace daño, le da a cada quien su lugar y su espacio y lo que le corresponde, es por eso que el amor y la justicia van de la mano.

El Evangelio de este domingo puede sorprender a muchos e incluso confundir a otros tantos. normalmente imaginamos a Jesús haciendo oración, sanando enfermos, en una cruz, resucitado, pero casi nunca lo imaginamos enojado. mucho menos azotando gente y aventando cosas. No obstante esta faceta de Jesús nos muestra en lugar de una indiferencia y distanciamiento de Dios con la humanidad, a un Dios apasionado y comprometido con el ser humano, por rescatar lo que le pertenece, por purificar lo que se ha corrompido. Un Dios que es amor y que ama con corazón de hombre y busca esa respuesta en el interior de la persona. Ese Dios que hace que nuestros cuerpos muertos por el pecado, resuciten para convertirse en templos vivos de alabanza, adoración y encuentro con Él, es el Dios que se hace débil en una cruz para hacernos fuertes a los hombres, el que lo entrega todo para enseñarnos que es en la donación de sí mismo donde uno se gana . Jesús nos viene a decir que él es el verdadero Templo, la imagen viva del Padre, el amor en persona. Que si el mal destruye él restituye. viene a pedirnos en esta ocasión que dejemos de negociar la vida con su enemigo la muerte, que le pertenecemos y que se ha construido en nuestras personas una morada para él. que no permitamos que ese lugar lo ocupe el dinero, los vicios, el placer, ni cosa ni persona alguna que no sea él.


P. Raúl

sábado, 7 de marzo de 2009

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

EVANGELIO SEGUN SAN MARCOS 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado; escuchadlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:”No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos”. Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos”. Palabra del Señor.



COMENTARIO

De un domingo a otro ha cambiado el escenario: el domingo pasado contemplábamos a Jesús en la soledad del desierto y en una lucha contra satanás, hoy lo vemos en la cima de un monte acompañado de seres terrenales y celestiales.
En el seguimiento de Jesús, el cristiano pasa por estos mismos escenarios, que no puede comprender por sí mismos si no tiene la firme confianza de que para llegar al oasis de la Resurrección es necesario atravesar desiertos, subir montañas llenas de luz y de grata compañía, bajar de ellas y recorrer caminos pedregosos, tomar la cruz cuesta arriba para encaminarse a otro monte oscuro y lleno de soledad.
No podemos ser discípulos y misioneros de Jesús si nuestra experiencia con él se ha reducido a un solo sitio de encuentro; ya sea en los instantes de gozo resplandeciente como los que se dan en un retiro, o los tragos de dolor inmenso de la prueba y del sufrimiento de la cruz que se viven en la enfermedad, en el abandono o en la pérdida de un ser querido. Ser discípulo implica no sólo seguir al Maestro sino también extasiarnos con él en la oración y padecer con él en la cruz. Ser misionero requiere conocer las diferentes partes del camino, para no anunciar una verdad a medias, sea anunciar la cruz sin la gloria o la gloria sin la cruz.

La realidad es que esta generación en vez de configurarse con Jesús, se ha ido desfigurando más y más y necesita de una transformación, una transfiguración con Jesús, una purificación de corazón. Como lo dicen los obispos de la provincia de Chihuahua en la carta pastoral “déjense reconciliar por Dios” debido al problema crucial de la violencia que asola nuestra entidad: “Ya no podemos negociar con el mal que hemos dejado entrar, y necesitamos cambiar desde adentro hacia fuera. No es sólo el gobierno, ni los militares, ni las cárceles lo que puede dar solución a lo que pasa. Somos todos, cambiando desde dentro, quienes podemos construir un mundo nuevo”.
¿Cómo hemos dejado entrar el mal? Hace tiempo, en el año 1969, unos especialistas en la sicología social, de la universidad de Stanford en los E. U. Hicieron un experimento: colocaron dos carros idénticos uno en un barrio pobre y conflictivo de Nueva York, otro en una zona rica y tranquila de Los Ángeles; California. El grupo de estudiosos observaban con atención la conducta de la gente en ambos lugares: el resultado fue el siguiente: el auto abandonado en el barrio de Nueva York, en unas cuantas horas fue desmantelado, le quitaron llantas, asientos, stereo, espejos, hasta el motor y transmisión, y cuando no quedaba ninguna pieza que se pudieran llevar, comenzaron a destruirlo. En cambio el auto abandonado en la zona tranquila de los Ángeles, permaneció allí intacto. Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Sin embargo el experimento no finalizó ahí. Resulta que los estudiosos quebraron uno de los vidrios del automóvil que había permanecido intacto por una semana, y se suscitó lo mismo que en el barrio pobre; el carro fue victima del vandalismo hasta reducirlo a chatarra. Un vidrio roto de un auto abandonado en una zona segura y rica, es capaz de ocasionar todo un proceso delictivo. Un vidrio roto transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo con los códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas y de reglas. James Q, Wilson y George Keeling desarrollaron una teoría que se llama “las ventanas rotas” concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe el vidrio de una casa y no se repara, en poco tiempo todos los vidrios estarán rotos. Si una comunidad tiene signos de deterioro y eso parece no importarle a nadie, entonces allí se genera el delito. Si se cometen pequeñas faltas pronto habrá faltas graves.
Miramos nuestro mundo y nos encontramos con tanto rostro desfigurado por el dolor, el hambre, el miedo que se ha sembrado y paraliza, la desconfianza, la impotencia ante tanta muerte y por otro lado la depresión por las cuestiones económicas, la misma creación de Dios la hemos alterado y desfigurado. Necesitamos volver los ojos hacia el que todo lo transforma, necesitamos dejarnos reconciliar por Dios y reparar nuestros vidrios rotos, mirar nuevamente la nube que es señal de que Dios sigue con su pueblo y escuchar esa voz, profunda y potente que dice: “este es mi hijo muy amado”. Necesitamos crecer en la fe y abandonarnos totalmente a la voluntad del Padre, que lo da todo por sus hijos, incluso a su propio Hijo.



P. Raúl

La Cuaresma
tendría que ser un tiempo
para “ayunar” alegremente de ciertas cosas
y también para “hacer fiesta” de otras.
En este tiempo deberíamos:
- ayunar del juzgar a los demás y
festejar que Dios habita en ellos.
ayunar de fijarnos siempre en las diferencias
y hacer fiesta por lo que nos une en la vida.
ayunar de las tinieblas de la tristeza
y celebrar la luz.
ayunar
de pensamientos y palabras enfermizos
y alegrarnos
con palabras cariñosas y sanadoras.
ayunar de desilusiones
y festejar la gratitud.
ayunar de la rabia
y festejar la paciencia santificadora.
ayunar de pesimismos,
vivir la vida con optimismo
como una fiesta continua.
ayunar de preocupaciones,
quejas y egoísmos;
festejar la esperanza
y la Divina Providencia.
ayunar de prisas y agobios;
hacer fiesta en oración continua
a la Verdad Eterna.