sábado, 4 de abril de 2009

DOMINGO DE RAMOS


Lee y medita:
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS (15, 1-39)


COMENTARIO:
Un antes y un después de la Semana Santa:
Se ha llegado el tiempo. Es el tiempo de Dios, es la Hora de Dios. El tiempo de detenernos para que Él entre en nuestro tiempo. Dios creó al mundo en siete días, en una semana también lo redimió y es en esta Semana Santa donde nos recrearemos nuevamente en Él, una semana que no podrá ser santa si no dejamos que entre primero Jesús en la ciudad de nuestro corazón, donde hay muchos habitantes y él sigue siendo el gran desconocido.
La Cuaresma nos ha traído hasta aquí, Hacía Jesús mismo que se ha encaminado al pórtico de nuestra vida, para encontrarse y entregar hasta la última gota de sangre que ofrece generosamente como antídoto a todos los que en el camino hemos sido mordidos por la serpiente del pecado que nos lleva a la muerte segura.
Qué extraordinaria es la liturgia, no deja de sorprenderme, nos hace recorrer el mismo camino de Jesús, nos lleva, nos acerca y propicia el encuentro de cada uno con Él y es este encuentro a través de la Semana Santa, el que marcará nuestra vida, es el encuentro que han tenido muchos hombres y mujeres a lo largo de toda la historia de la Iglesia, en diferentes partes del mundo, en las ciudades y en las comunidades más remotas. En nuestra Diócesis, gracias a muchos misioneros que llevan con entusiasmo la antorcha de la fe para comunicarla hasta donde sea posible haciendo muchas veces casi lo imposible por llegar hasta allá ( tengo presentes esas comunidades de la sierra de Ocampo y Moris y los jóvenes lasallistas y teresianos que llegan cargados de fervor y entusiasmo para transmitir un poco y aprender un mucho de aquella gente) Hoy nos toca a nosotros, somos tú y yo los que tenemos este gran privilegio de que Jesús marque nuestra historia y nos haga seres nuevos. Para eso el murió y resucitó, para que pudiésemos tener una transformación.
Hay tanto que hablar de la Semana Mayor, es una liturgia inagotable, la Palabra es el centro y está en el centro de todo. Sin embargo ¿que efecto surte en cada uno? Quiero compartirte lo que sucedió a una joven mujer y su conversión durante una Semana Santa...
Esta chica había decidido pasar sus vacaciones en Roma, resultaba para ella interesante conocer la arquitectura de esa ciudad pero sobretodo, estar en el centro de la cristiandad durante esos días sería algo que resultaría envidiable para muchos. Fue durante una mañana del domingo de Ramos, asistiendo a la Misa que presidía Benedicto XVI, después de haber escuchado con atención el Evangelio de la Pasión, le impactó el comentario del papa sobretodo cuando hizo alusión a que antiguamente, durante esa Misa del domingo de Ramos la gente caminaba en procesión hacia la iglesia y al llegar a la puerta que estaba cerrada, tocaban con la cruz que encabezaba la procesión. Se le vino a la mente: “Dios está tocando mi alma para que le abra las puertas” se le quedaron profundamente grabadas esas palabras del Papa y durante los siguientes días, constantemente retumbaban en su mente.
Se acercó el Viernes Santo, entró a una iglesia para participar en la celebración de la Pasión del Señor, el templo estaba repleto. En el momento de la adoración de la cruz, debido a la multitud que se acercaba para realizar aquel signo de amor y adoración, había un tiempo oportuno para contemplar la cruz y meditar un poco, la joven se sintió atraída por la cruz y nuevamente le llegó esa idea: “ Dios está tocando mi alma para que le abra las puertas”, se iba acercando cada vez más y en la medida que avanzaba, dice que sentía un impulso de salir corriendo de ahí, de huir, pero por otro lado seguía escuchando la voz del Papa y su propia voz en su mente, hasta que llegó y se postró ante la cruz. Sintió que su alma se abría y pasaba una luz que venía desde la cruz… Ella estaba convencida de haber abierto su alma a Dios en el momento en que aceptó la cruz de Jesús. A partir de ahí no se separó de esa cruz, meditó sobre su vida pasada y sepultó en la misma tumba de Jesús muchos recuerdos que no la dejaban vivir con alegría, pudo participar después en la Vigilia como una mujer totalmente renovada, transformada. Hoy platica de su vida antes de Cristo y después de Cristo refiriéndose a ese encuentro que tuvo con Jesús en una Semana Santa, donde ella buscaba conocer exteriormente muchas cosas, pero conoció lo más importante y se lo llevó con ella.

¡Que durante esta Semana podamos abrir las puertas de nuestra alma a Jesús, para que él entre y reviva en nosotros lo que se ha ido muriendo!.
¡Que podamos abrirle las puertas de nuestro hogar, para que atraiga a todos en la unidad!
¡Que podamos abrirle las puertas de nuestra ciudad para que entre y transite por nuestras calles y transforme esas realidades de injusticia y desigualdad, de violencia e inseguridad!
¡Que podamos abrirle las puertas de nuestra patria mexicana, para que llegue a cada instancia, a cada servidor público, a cada jefe de gobierno y les haga ver que el verdadero poder está al hacerse el servidor de todos, el último de todos y no aprovechándose de su autoridad para pisotear a otros!¡Que llegue a cada narcotraficante, a cada sicario, delincuente y secuestrador para que se les caiga la venda de sus ojos y se den cuenta que es a Jesús al que siguen humillando, ultrajando y clavando en la cruz una y otra vez y haya un arrepentimiento y conversión!
¡Que todos abramos las puertas a Dios, el corazón al amor y al perdón y las manos al hermano haciendo el bien. Que seamos cera blanda en las manos de nuestro Creador, para que nos haga de nuevo, cera que sepa consumirse y arder en el amor, no sólo cuando las cosas parece que van bien, sino de manera especial, en la soledad de la cruz.!
Que tengas una semana muy santa.
P. Raúl