domingo, 3 de agosto de 2008

LECTURAS DOMINGO 3 DE AGOSTO


Primera lectura Isaías 55: 1 - 3 --------------------------------------------------------------------------1 ¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino y leche! 2 ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo sustancioso. 3 Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y files promesas hechas a David. Salmo Responsorial 145: 8 - 9, 15 - 18 --------------------------------------------------------------------------8 Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y grande en amor; 9 bueno es Yahveh para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras. 15 Los ojos de todos fijos en ti, esperan que les des a su tiempo el alimento; 16 abres la mano tú y sacias a todo viviente a su placer. 17 Yahveh es justo en todos sus caminos, en todas sus obras amoroso; 18 cerca está Yahveh de los que le invocan, de todos los que le invocan con verdad. Segunda lectura Romanos 8: 35, 37 - 39 --------------------------------------------------------------------------35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, 37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. 38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades 39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro. Evangelio San Mateo 14: 13 - 21 --------------------------------------------------------------------------13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades. 14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. 15 Al atardecer se le acercaron los discíplulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.» 16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» 17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.» 18 El dijo: «Traédmelos acá.» 19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. 21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.

Es bueno tener hambre de Dios. Pero más bueno es Dios que se hace Pan para saciar nuestra hambre.




Hambre de Dios
En nuestros días, en Occidente, la peor enfermedad no es la tuberculosis o la lepra sino el sentirse indeseable, abandonado, privado de amor. Sabemos cuidar las enfermedades del cuerpo por medio de la medicina, pero el único remedio para la soledad, el desconcierto y el desespero es el amor. Hay mucha gente que muere en el mundo por falta de un trozo de pan, pero hay muchos más que mueren falta de un poco de amor. La pobreza de Occidente es una pobreza diferente. No es sólo una pobreza de soledad, sino también de falta de espiritualidad. Existe un hambre de amor como existe un hambre de Dios…
Beata Teresa de Calcuta (l910-l997)fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad





Señor: Abres tu mano y nos sacias de favores! salmo 144




Sentir hambre, es naturalmente un indicador que nos permite darnos cuenta de que nos falta algo, el cuerpo necesita sus nutrientes para mantenerse en funcionamiento, y gracias a la experiencia del hambre podemos buscar remedio a esa necesidad de nuestro organismo. Desgraciadamente con frecuencia engañamos a nuestro cuerpo, dándole no lo que necesita, llenándolo de cualquier cosa.
Físicamente podemos distinguir nuestra hambre, experimentarla y satisfacerla. Sin embargo existe otra tremenda realidad; el hombre no solo es materia, sino también espíritu. Y el espíritu también necesita ser alimentado. Mucha gente muere de hambre. Tres cuartas partes de la gente en el mundo tiene hambre, y muchos sufren desnutrición y se debilitan físicamente y mueren por falta de pan. Pero aún más, son los que mueren por falta de amor, por esa hambre espiritual que han padecido y no han podido satisfacer. Por falta de aceptación, por sentirse solos, por no tener un motivo para vivir, por no saciarse del amor, por no llenarse de Dios. Dios es amor… mueren porque les falta Dios en su vida, no porque Dios no se les de, sino porque ellos no lo reciben.
Muchos preguntan: porqué Dios permite todas esas cosas que pasan. Porqué el hambre, la guerra, la violencia, la injusticia… ¿donde está Dios? ¿Acaso, también lo han secuestrado?. Pero se nos olvida lo que hoy nos dice Jesús: “ deles ustedes de comer! Pon tus pocos peces y panes a la disposición de esa gente, en las manos de Dios, para que se realice el milagro de la multiplicación del pan que llene los estómagos y el amor que haga rebozar los corazones.
Experimentemos esa hambre de Dios. Dejemos que el satisfaga esa necesidad de Él. Y que cada día la volvamos a experimentar para buscarlo siempre, con el anhelo con que muchas veces buscamos llenarnos de los manjares engañosos que el mundo nos presenta de una manera suculenta, pero que sólo llenan sin alimentar y ocupan un espacio sin satisfacer nuestra necesidad. Es bueno experimentar esta hambre de Dios… pero más bueno es Dios que se hace Pan… el Pan bajado del cielo, que no es como el maná, que comían nuestros padres, pues murieron, sino que es el Pan de Vida, que quien lo coma, ya no morirá jamás.

¿Que podrá apartarnos del amor de Dios?. los que lo recibimos, sabemos a donde acudir. Sabemos donde está esa fuente de amor y de poder. Ni el hambre, ni la desnudez, ni las aflicciones, ni la depresión, ni el estrés, ni ninguna enfermedad nos apartará del amor de Dios…. venceremos todo esto con Cristo que ha vencido la misma muerte para darnos salud eterna. Jesús. El Dios hecho hombre, la Palabra viva del Padre, que alimenta y nutre, se nos da totalmente una y otra vez en cada Eucaristía. y nos sacia la sed de su presencia en el agua de la oración. Buen provecho.




P. Raúl.