domingo, 3 de agosto de 2008

Es bueno tener hambre de Dios. Pero más bueno es Dios que se hace Pan para saciar nuestra hambre.




Hambre de Dios
En nuestros días, en Occidente, la peor enfermedad no es la tuberculosis o la lepra sino el sentirse indeseable, abandonado, privado de amor. Sabemos cuidar las enfermedades del cuerpo por medio de la medicina, pero el único remedio para la soledad, el desconcierto y el desespero es el amor. Hay mucha gente que muere en el mundo por falta de un trozo de pan, pero hay muchos más que mueren falta de un poco de amor. La pobreza de Occidente es una pobreza diferente. No es sólo una pobreza de soledad, sino también de falta de espiritualidad. Existe un hambre de amor como existe un hambre de Dios…
Beata Teresa de Calcuta (l910-l997)fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad





Señor: Abres tu mano y nos sacias de favores! salmo 144




Sentir hambre, es naturalmente un indicador que nos permite darnos cuenta de que nos falta algo, el cuerpo necesita sus nutrientes para mantenerse en funcionamiento, y gracias a la experiencia del hambre podemos buscar remedio a esa necesidad de nuestro organismo. Desgraciadamente con frecuencia engañamos a nuestro cuerpo, dándole no lo que necesita, llenándolo de cualquier cosa.
Físicamente podemos distinguir nuestra hambre, experimentarla y satisfacerla. Sin embargo existe otra tremenda realidad; el hombre no solo es materia, sino también espíritu. Y el espíritu también necesita ser alimentado. Mucha gente muere de hambre. Tres cuartas partes de la gente en el mundo tiene hambre, y muchos sufren desnutrición y se debilitan físicamente y mueren por falta de pan. Pero aún más, son los que mueren por falta de amor, por esa hambre espiritual que han padecido y no han podido satisfacer. Por falta de aceptación, por sentirse solos, por no tener un motivo para vivir, por no saciarse del amor, por no llenarse de Dios. Dios es amor… mueren porque les falta Dios en su vida, no porque Dios no se les de, sino porque ellos no lo reciben.
Muchos preguntan: porqué Dios permite todas esas cosas que pasan. Porqué el hambre, la guerra, la violencia, la injusticia… ¿donde está Dios? ¿Acaso, también lo han secuestrado?. Pero se nos olvida lo que hoy nos dice Jesús: “ deles ustedes de comer! Pon tus pocos peces y panes a la disposición de esa gente, en las manos de Dios, para que se realice el milagro de la multiplicación del pan que llene los estómagos y el amor que haga rebozar los corazones.
Experimentemos esa hambre de Dios. Dejemos que el satisfaga esa necesidad de Él. Y que cada día la volvamos a experimentar para buscarlo siempre, con el anhelo con que muchas veces buscamos llenarnos de los manjares engañosos que el mundo nos presenta de una manera suculenta, pero que sólo llenan sin alimentar y ocupan un espacio sin satisfacer nuestra necesidad. Es bueno experimentar esta hambre de Dios… pero más bueno es Dios que se hace Pan… el Pan bajado del cielo, que no es como el maná, que comían nuestros padres, pues murieron, sino que es el Pan de Vida, que quien lo coma, ya no morirá jamás.

¿Que podrá apartarnos del amor de Dios?. los que lo recibimos, sabemos a donde acudir. Sabemos donde está esa fuente de amor y de poder. Ni el hambre, ni la desnudez, ni las aflicciones, ni la depresión, ni el estrés, ni ninguna enfermedad nos apartará del amor de Dios…. venceremos todo esto con Cristo que ha vencido la misma muerte para darnos salud eterna. Jesús. El Dios hecho hombre, la Palabra viva del Padre, que alimenta y nutre, se nos da totalmente una y otra vez en cada Eucaristía. y nos sacia la sed de su presencia en el agua de la oración. Buen provecho.




P. Raúl.

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