sábado, 24 de enero de 2009

III DOMINGO ORDINARIO. Conversión de San Pablo



Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 1, 14-20
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: "Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio".
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres". Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca la su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO

Hoy deseo compartir esta fábula de J. I. González Faus, del enano y el gigante con una adaptación propia:
Resulta que un gigante se disponía a atravesar un profundo río y se encontró en la orilla con un enano que no sabía nadar pero deseaba atravesar el profundo río. El gigante lo cargó sobre sus hombros y se metió a las aguas con él.
Hacia la mitad de la travesía, el enano, que sobresalía casi medio metro arriba de la cabeza del gigante, alcanzó a ver, sigilosamente apostados tras la vegetación de la otra orilla, a los indios de una tribu que esperaban con sus arcos a que se acercase el gigante.
El enano inmediatamente notificó al gigante lo que estaba pasando a la otra orilla, este se detuvo con prontitud, dio media vuelta y comenzó a retroceder. En aquel momento una flecha disparada desde la orilla se hundió en el agua cerca del gigante, pero sin haber podido ya llegar hasta él. Así ocurrió con otras sucesivas flechas, mientras ambos -gigante y enano- salían a la orilla sanos y salvos.
El gigante dio las gracias al enano, pero este replicó: - “si no me hubiese apoyado en ti, me hubiera sido imposible ver más lejos que tú.
¿que ver con la conversión personal? Muchísimo!! sin la fe somos pequeños pigmeos ciegos, incapaces de andar un camino bien definido porque careceríamos de la visión desde lo alto. Este enano, nos representa a ti y a mí.. el gigante es la fe que nos sostiene y nos encamina por donde no podemos por sí mismos transitar, pero que puede ser acribillado cuando ignoramos los peligros que le rodean si no la defendemos a tiempo, ,y si ella cae, nosotros nos ahogamos en las corrientes contrarias que nos invaden.
Dice un dicho que cambiar de opinión es de sabios. Cambiar de actitud digo yo, es de santos. Esos grandes santos que tuvieron una gran conversión en su vida, son ahora el testimonio que perdura a través del tiempo. Grandes hombres, mujeres, de todas las edades y condiciones que fueron capaces de ver en el horizonte del camino recorrido flechas llenas de veneno mortal, las flechas del pecado que contenían en sí mismas todo el poder de la muerte, pero al mismo tiempo, tener la valentía de desandar el camino y reencontrarse con los horizontes de la vida. Hoy en día hace falta que todos los hombres y especialmente los cristianos que nos hemos acomodado en nuestro caballo que cabalga en caminos contrarios al camino transitado por el Señor, nos arriesguemos a dar una salto, dejar que nos tumbe aunque nos duela. Esa es la conversión de San Pablo, que celebramos hoy y que tiene mucho que ver con nuestra propia conversión: dejar incluso lo que nos duele mucho dejar. Nuestras comodidades, nuestras seguridades y los primeros lugares que frecuente e inconsciente o consientemente buscamos. Por la conversión toda una inmensa ciudad, la de Nínive se salvó de ser destruida. Es por eso que la conversión, desandar el camino del mal para volverse hacia el camino del bien, es la única esperanza de que nuestro mundo, nuestro país, nuestro pueblo se salve, es la única solución para recuperar la paz y el amor entre los hombres. Da la impresión de que el mundo de hoy es como un enano que se cree gigante, camina sin ver y no se da cuenta de las flechas cargadas de veneno que pretenden terminar con él, el hombre es el único ser en la tierra que se autodestruye, es el único capaz de decidir, y lo más triste es que frecuentemente elige su propia destrucción.
Conversión es volcar nuestro corazón hacia el Dios de nuestra vida, es hacer un alto para tomar conciencia donde estamos parados, hacia donde nos lleva ese camino y ser capaces con la ayuda de Dios de volvernos hacia él, nuestro principio y fin.
P. Raúl

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