sábado, 10 de noviembre de 2007

DOMINGO XXXII

Lectura del segundo libro de los macabeos: 7,1-2. 9-14
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epifanes los hizo azotar para obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley. Uno de ellos hablando en nombre de todos, dijo: "¿Qué quieres saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres".
El rey se enfureció y lo mandó matar. cuando el segundo de ellos estaba para morir, le dijo al rey: "Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el rey del universo nos resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes". Después comenzaron a burlarse del tercero. Presentó su lengua como se lo exigieron, extendió sus manos con firmeza y declaró confiadamente: "De Dios recibí estos miembros y por amor a su ley los desprecio, y de Él espero recobrarlos". El rey y sus acompañantes quedaron impresionados por el valor con que aquél muchacho despreciaba los tormentos. una vez muerto éste, sometieron al cuarto a torturas semejantes. Estando ya para expirar dijo: "vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida". Palabra de Dios.



Del salmo 16 R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.
Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende: presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. R/.
Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes; no tembló mi pisada. A mi voz elevo, pues que me respondes. Atiéndeme Dios mío, y escucha mis palabras. R/.
Protéjeme, Señor, como a las niñas de tus ojos. bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los tesalonisenses: 2, 16-3,5
Hermanos: Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conforten los corazones de ustedes y los disponga a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.
Por lo demás, hermanos, oren por nosotros para que la palabra del Señor se propague con rapidez y sea recibida con honor, como aconteció entre ustedes. oren también para que Dios nos libre de los hombres perversos y malvados que nos acosan, porque no todos aceptan la fe.
Pero el Señor, que es fiel, les dará fuerza a ustedes y los librará del maligno. Tengo confianza en el Señor de que ya hacen ustedes y continuarán haciendo cuanto les he mandado. Que el Señor dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de Cristo. Palabra del Señor.



ACLAMACIÓN (Apoc 1,5.6) R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo es el primogénito de los muertos; a Él sea dada la gloria y el poder por siempre, R/.


+Proclamación del santo Evangelio según san Lucas: 20,27-38
En aquél tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro: Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales, se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?".
Jesús les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues Él los habrá resucitado. y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven".
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
En una ocasión, una mujer que trataba de calmar a su bebé en una celebración, alguien le sugirió que le cantara un poco para que se tranquilizara, pero una segunda persona saltó automáticamente afirmando: "es preferible soportar los aullidos lastimeros del bebe, con eso ya es suficiente". Dice el dicho que hay veces está peor el remedio que la enfermedad.
En aquél tiempo la intensión al contraer matrimonio era solamente procrear. Jesús viene a darle sentido a toda nuestra vida y a declarar que el amor es esencial en toda relación y especialmente en el matrimonio, elevándolo a la dignidad de sacramento, pues el fundamento de cada sacramento es el Amor. O sea Dios mismo que se relaciona con el hombre.
Y es que muy frecuentemente, los remedios que damos para las grandes dificultades, son precisamente peores que la misma enfermedad. Para el adolescente, si le va mal en la escuela el remedio más solicitado es... salirse de ella. Si te va mal en el matrimonio... el remedio que frecuentemente se da es el divorcio. Si este hijo representa un problema económico, abórtalo. Si esta otra persona no es productiva: el asilo o la eutanasia, si es un asesino: la pena de muerte, si tienes un problema: el suicidio.
El mal más grande para la humanidad es la muerte y el único que ha dado el remedio definitivo para este mal es Jesús, a grandes males, grandes remedios. Jesús, el hijo de Dios muere. El que es la vida se somete a la muerte para vencerla y luego resucita. Es por eso que la empresa más grande e importante para todo ser humano es la salvación, es en la que hemos de invertirlo todo. Tiempo, dinero y esfuerzo. Porque de que nos sirve tenerlo todo si al final de cuentas no nos vamos a salvar.
Jesús hoy nos dice que vamos a resucitar y hay muchos "cristianos" que aún no están convencidos de esto. Piensan que la muerte es el final, o creen en la reencarnación o en la fusión de toda la materia confundiéndonos con las plantas y los animales. Pero hoy a la luz de la Palabra de Dios descubrimos algo esencial para todo ser humano. Venimos de Dios y hacia Dios nos dirigimos. Es tremendo cuando alguien se pierde en el camino. Cuando no se sabe de donde vengo y hacia donde voy. Como aquél Señor que viajaba dormido recostado en un asiento del tren y al solicitarle su boleto, el inspector le pregunta hacia donde va y el responde entre sueños: no lo se. ¿De donde viene Señor? Vuelve a preguntarle y nuevamente responde lo mismo: no lo se. Pues así nos pasa a muchos, que estamos en esta vida como adormilados en este viaje de la vida y por lo mismo no sabemos de donde venimos y hacia donde está nuestro destino. O aquella mujer que se acerca a la ventanilla donde despachan los boletos del tren y pide un boleto de ida y de vuelta y le pregunta la cajera lógicamente: ¿para donde lo quiere? pues para acá otra vez, si le digo que de vuelta.
Hemos de estar convencidos de que Dios nos ha creado para la vida y el boleto que traemos en este mundo es de ida y de vuelta al Padre. somos de Dios, así como esas obras de arte que tienen la firma de su creador que las hace ser más cotizadas, así también nosotros tenemos la firma de Dios en nuestro corazón, que nos hace ser una auténtica obra de arte de Dios, el artífice de nuestras vidas.
Seremos como los Ángeles del cielo. Algo que no acabamos de entender, pues queremos acomodar en el cielo las mejores carreteras del mundo, pero ya no serán necesarias porque habremos llegado a nuestro destino. Queremos dibujar en el cielo los mejores paisajes, pero ya no será necesario porque estaremos frente a la belleza plena. Queremos que quepan los mejores “reventones” pero ya no será necesario porque será una eterna fiesta, porque la presencia de Dios siempre da alegría al hombre. Queremos acomodar en el cielo nuestros propios criterios, esquemas y paradigmas, pero el cielo nos rebasa y nuestra mente no puede contenerlo. Solamente hemos de estar preparados soltando lo que tenemos apretado en nuestros puños que abarcan muy poco, para abrazar lo grande , lo que realmente vale y permanece.

P. Raúl








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